Sinopse

El patrimonio cultural subacuático es una parte más de los distintos vestigios que la humanidad ha ido dejando de su paso por la Tierra, testimonio a la vez de la historia y de la cultura forjada por nuestros antepasados. En muchas ocasiones, las aguas han servido para conservar al abrigo de expolios y del desgaste que producen los elementos restos que de otra forma se habrían perdido para siempre. Por ello, cuando el Derecho se preocupa de la protección del patrimonio histórico, cultural y artístico, como hace la Constitución Española en su artículo 46, no debería descuidarse este importante sector del mismo. La despreocupación que nuestro ordenamiento jurídico ha mostrado hasta tiempos muy recientes por la tutela del patrimonio cultural subacuático no deja de resultar sorprendente en una nación de las características de España. Por una parte, ocupamos buena parte de una península a la que a lo largo del tiempo múltiples pueblos han arribado a través del mar, dejando así su impronta arqueológica en las aguas costeras. Por otra parte, hemos sido una de las mayores potencias marítimas de la historia, de manera que restos de nuestros buques de Estado se encuentran bajo todas las aguas del globo. Sólo con el reciente resurgimiento de los “cazadores de tesoros”, propiciado por el desarrollo de nuevas tecnologías que facilitan el hallazgo y la extracción de pecios hundidos en los mares a los que antes no se podía pensar en acceder, se ha producido un cierto revulsivo en esa

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